Opinión
30-11-2009
Opinión Invitada, Sandra Uve
Mis padres tenían un montón de vinilos en casa. Supongo que como todos los padres de mi generación. Crecí oyendo a Nico Fidenco y a Rita Pavone en “Che m´importa del mondo”. Teníamos tocatas súperchulos y un Cosmo portátil para mi hermana y para mí. Los primeros discos fueron cuentos, lo clásicos leídos de Andersen. Mis padres me ponían discos de pop sesentero para que bailase y hacer la risa en casa, porque yo era una niña muy movida. Cuando crecí, mi hermana ya se compraba discos y yo los heredaba. Pasé de Los pecos a ACDC con una facilidad pasmosa, dejando por medio a Spandau Ballet y Hombres G, o mezclando a The Cure con todo el Pop-Rock Español. Y con esto último me quedé durante unos cuantos años: me chiflaba Parálisis Permanente, Radio Futura, Alaska (todo lo que componía Berlanga), y la fusión catalana de El último de la Fila. Así hasta los veintipico, que entró Tom Waits en casa y la cosa se torció hacia ambientes más sórdidos. Todos oíamos los mismo en Bellas Artes. Cuando empecé con los fanzines recuperé a los que más me gustaban, ACDC, Mettalica, Black Sabbath, Led Zeppelin. Hace unos 10 años redescubrí a Serge Gainsbourg y a todos sus coetáneos franceses e italianos… volví a Rita Pavone, Mina, y Adriano Celentano con mi canción favorita “Azzurro”.
He estado en muchos festivales y en muchos conciertos. El mejor directo para mi, siempre han sido los de ACDC. Son tan básicos y perfectos de ejecución, aunque no lo parezca tan poco artificiales, que me resulta fácil disfrutar de las dos horas de actuación.
El último fue el de los BSC, que me parecen buenísimos.
Me gustan Las Furias y escucho cada día a Gainsbourg.
Compro vinilos cuando puedo pero lo que me haría mucha ilusión, es recuperar aquel tocadiscos portátil Cosmo. Mi tocata rosa enamorado de la moda juvenil.
Autor: Sandra Uve