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11-10-2021
Tropical Fuck Storm, opinamos sobre Deep States
Será por casualidad o capricho del destino, me apresto a reseñar la nueva obra del outsider Gareth Liddiard mientras los ríos de lava siembran la destrucción en la isla canaria, y reparo en el paralelismo de ambos acontecimientos, el músical y el geológico. Por que la impresión que la contemplación/audición de ambos fenómenos causan en el observador/oyente son casi idénticos, la de quedarse pasmado ante una fuerza indómita, atávica y superior ante la cual el pobre humano queda patidifuso, reducido a una piltrafa. Al contrario que algunos de sus compatriotas, compañeros generacionales y bandas que les han servido de referencia, sean estos Bad Seeds, The Scientists o cualquiera otro miembro de la florida escena australiana del retorcimiento sonoro, el cuarteto ahora instalado en el villorrio de Nagambie cada vez se aleja más de transitar caminos que les lleven a un público siquiera un poco más amplio, bien al contrario en cada entrega manufacturan proyectiles incandescentes que como la lava que escupe el cráter, destrozará todo lo que roce. Finiquitados The Drones, con los que alcanzó notables cimas creativas del calibre de Gala Mill (ATP Recordings, 2.006) que les valió una nominación a los premios australianos de la música, y por tanto cierta repercusión algún centímetro por encima del subsuelo, y el fantástico I See Seaweed autoeditado en el año trece de esta era, la tormenta tropical no ha dejado de ser desde su fundación la mosca cojonera del underground global, una pedrada en la frente a los cánones establecidos, perennemente sus creaciones cubiertas por capas de amargura guitarrera y textos abstrusos. El de Liddard y compañía es un mal viaje por el sendero espinoso que conduce hacia el futuro de la música popular, un perpetuo avance sin volver la vista atrás que cuestiona más que propone: no sería disparatado pensar que si los hermanos Asheton siguieran entre nosotros e Iggy Pop estuviera en sus cabales hoy día registrarían temas como «G.A.F.F.»
Autor: Manuel Borrero